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Hace exactamente un año. Era la primera noche que la inconformidad había tenido tanto espacio en las ondas hertzianas. Casi la totalidad de las estaciones del cuadrante estaban tomadas por las organizaciones sociales, los maestros, los colonos, los estudiantes, el pueblo de Oaxaca que exigía el cese a la represión y la salida de Ulises Ruiz. Las estaciones radiofónicas de la ciudad fueron tomadas durante la madrugada del 21 de agosto, luego de que un comando paramilitar destruyó las antenas de radio y televisión, propiedad del gobierno estatal y ocupadas por la APPO. La respuesta inmediata de la población fue la ocupación de 12 emisoras, de las 13 que operan en la ciudad.
Era 22 de agosto de 2006 en la madrugada y miles de oaxaqueños resguardaban a varias cuadras a la redonda las estaciones de radio tomadas. Con llamadas telefónicas a través de la radiodifusora ocupada la Ley, en el 710 de amplitud modulada, la población informaba que una caravana de 40 camionetas, y motocicletas con encapuchados fuertemente armados recorrían la ciudad y los municipios conurbanos. Esa caravana realizaba disparos a su paso. En los primeros minutos de ese 22 de agosto, la caravana de paramilitares, policías municipales, ministeriales y preventivos –todos encapuchados- pasaron a unos metros de la Ley 710, disparando contra los hombres y mujeres que hacían guardia. Los manifestantes se tiraron al suelo, pero uno es alcanzado por las balas de los rifles de asalto, es el Arquitecto Lorenzo San Pablo. El Arquitecto esa madrugada decidió apoyar la lucha popular por la salida de Ulises Ruiz, resguardando la estación de radio tomada. Lorenzo San Pablo fue atacado por la espalda mientras huía y cayó herido en la esquina de la calle de Eucalipto y Emilio Carranza, en la Colonia Reforma. Minutos más tarde murió.
La caravana armada, que después sería conocida como el Convoy de la Muerte, siguió recorriendo las calles de la ciudad y disparando contra los grupos de manifestantes. La población decidió impedir más asesinatos y en cuestión de minutos, hombres y mujeres salieron a las calles con llantas, palos, piedras, autobuses, maderos para tapar las calles e impedir el avance de la caravana policíaca, que las autoridades del estado calificaron como parte de un “operativo de limpieza”. Las barricadas en Oaxaca se multiplicaron en las carreteras, en las avenidas, en las calles, en los pequeños caminos de tierra… Oaxaca se iluminaba bajo el fuego de las fogatas nocturnas, vigiladas por anónimos guardianes que impedían el paso a al Convoy de la Muerte.
Lorenzo San Pablo Cervantes, asesinado por órdenes de Ulises Ruiz, vive en la memoria de quienes luchan por un Oaxaca mejor, y a un año de su cobarde asesinato, cientos de oaxaqueños salieron a las calles a recordarlo y a hacerle un homenaje. “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos” fue la frase con la que hoy, 22 de agosto de 2007, fue recordado Lorenzo San Pablo en una protesta popular y religiosa que partió de la Fuente Regiones, donde la intimidación policíaca no sorprendió a nadie. La calle Eucaliptos, donde cayó asesinado, hoy fue bautizada como “Calzada Lorenzo San Pablo, luchador social”.
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